Nota enviada a RED.-
Santo-Domingo.-Un
teniente de la Policía Nacional, que integraba una patrulla que supuestamente
realizaba un operativo, identificado como Calderón M., detuvo a la periodista
Llennis Jiménez a punta de pistola, la obligó a salir de su yipeta y la detuvo
presa en plena calle por espacio de media hora.
Incluso, ejerció
violencia contra ella, cuando le tocó pecho con su dedo, para acusarla de
querer escapar y advertirle que no se iría del lugar hasta que él concluyera.
“Nunca terminó la revisión del vehículo y sin que mostrara comportamiento
rebelde, llamó a una mujer policía para que diera golpe, la cual se presentó
diciendo a quién es que hay que darle”.
Durante ese
tiempo no concluyó la inspección del vehículo y amenazaba con trasladarlo a un
destacamento. “No me identifiqué como periodista porque necesitaba saber el
motivo por el que ese teniente ejercía abuso de poder contra una ciudadana
indefensa y que transita con todos documentos al día”.
Afirma que pensó
“si esto es lo que le hace a una mujer, qué no le hará a un hombre este
policía”.
El hecho se
produjo en la avenida Independencia, a la altura del kilómetro diez y medio.
Jiménez explicó
que salió de su residencia el pasado jueves, alrededor de las 10:10 de la
noche, con traje de fiesta, para asistir a la celebración de toma de posesión
de la nueva junta directiva del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y
Agrimensores (Codia) en el Club Naco, debido a que su nuevo presidente,
ingeniero José Espinosa Féliz, es su compañero en el programa de televisión
Despacho Informativo, que ella conduce los sábados por Santo Domingo TV.
Indicó que a eso
de las 10:15 de la noche conducía por la avenida Independencia, frente a la
Casa de España, donde estaba la patrulla. Delante iba un motorista sin casco
protector, por lo que cuando el agente hizo la señal de pare, entendió que era
al motorista.
“El teniente
Calderón M., inmediatamente, levantó su arma y apuntó. Me asuste. Le preguntó
desde el vehículo, que si era a mí que me apuntaba, y me dijo que sí”, narró.
Dijo que el
teniente, vestido de color gris y con una gorra de la Policía le ordenó
estacionarse detrás del cono, en el espacio de la requisa. Ella bajó del
vehículo insistiéndole por qué le apuntó con un arma, si no había necesidad, le
cuestionaba si intentaba matarla, sabiendo que era una mujer.
El teniente
Calderón M., le respondió que le apuntó porque ella intentaba huir. Jiménez lo
acusó de mentir y lo grabó con la cámara que portaba. “Al parecer eso lo
molestó, porque desde ese instante, hizo todo cuando pudo para violar mis libertad
de tránsito, consagrada en la Constitución”.
Jiménez señala
que el policía, primero, hizo intento de revisar la yipeta. Luego, alegadamente
llamó a la central de la Policía para que le dieran informaciones sobre el
vehículo. En eso pasó bastante tiempo y, dejaba pasar otros vehículos, como el
de un coronel, de quien otro agente dijo que no lo requisaban porque se trataba
de un coronel, “de un jefe”.
Ella le dijo que
su vehículo estaba legal, que había sido depurado en la Dirección General de
Impuestos Internos. El policía se alejó de ella y cuando se acercó, le solicitó
la cédula, la licencia y la póliza del seguro. Los revisó por un buen tiempo y
se los entregó. Fue en ese instante en que la policía se presentó con otro
agente en un motor, y dando golpes en la puerta la yipeta, preguntaba por la
persona que merecía ser golpeada. Cuando la periodista le dijo que antes de
golperla, iba a filmarla con la cámara, desapareció del lugar.
El teniente
decidió devolverle a Jiménez los documentos y despacharla, pero cuando estaba
montada en la yipeta, le volvió a requerir la licencia de conducir. Esta vez,
ella se enojó y se marchó dejando el documento. Empero, a una esquina optó por
volver por la licencia, pues temía que la botarán.
Cuando regresó
al lugar, un policía raso parecía dibujar el nombre un pesado de papel. Ella le
exigió que concluyera con tanta vejación y le advirtió que al día siguiente,
empezaría a reclamar sus derechos y a denunciar la humillación y abuso que
cometió. El teniente le entregó la licencia tocándola con un dedo en el pecho,
debido a que se acercó para verle el nombre. “El mismo me dijo, soy el teniente
Calderón M”. Una mujer que siempre estuvo en la patrulla, que al ver la cámara
se cubrió el rostro y que se mantuvo al margen de lo sucedido, le advirtió:
“comando, respetuosamente, pero no puede tocarla”. El teniente le respondió:
“yo, sí puedo”. Ya en la yipeta, para irme al fin, la mujer del rostro tapado,
me dijo: “vaya tranquila, usted tiene razón”.
Jiménez afirma
que no le pasó por la cabeza llamar a un policía o militar amigo para que
detuviera a ese teniente y “la patrulla cómplice de ese trato vejatorio, porque
la escena le parecía una película.
El agente
insistía en preguntarle quién era ella, a lo que le respondía la periodista que
era una simple ciudadana, que conocía sus derechos, los mismos que él
lesionaba. “Saben, esta clase de policía debe ser sancionada. Los ciudadanos
que trabajamos, pagamos impuestos y nos comportamos de acuerdo a la norma, no
merecemos que salvajes como ese, sean designados para tratar con personas”.
Jiménez deploró
que una persona que se encontraba en el lugar y que parecía ser el comandante
de la patrulla, se mantuviera al margen, mientras sus subalternos atropellaban
sus derechos.
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