martes, 9 de septiembre de 2014

Opinion.- El regreso a Irak‏.-

Articulo enviado a REDigital.-


Autor: Leonel Fernández

Al crear una tormenta política, luego de haber sostenido que su administración carecía de una estrategia militar para enfrentar el desafío que ocasiona el denominado Estado Islámico de Irak y el Levante, el presidente Barack Obama dio marcha atrás y anunció en la reciente reunión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), realizada en el Reino Unido, que con el apoyo de una coalición de varios países, la organización islámica suní será aniquilada.


No era para menos. Luego de la bárbara ejecución de dos jóvenes periodistas norteamericanos, James Foley y Steven J. Sotloff, mostrados en vídeo mientras eran decapitados, el presidente Obama se encontraba bajo intensa presión para definir un curso de acción en Irak y Siria, que es donde el grupo fundamentalista religioso realiza sus operaciones.

De conformidad con el ejecutivo norteamericano, los Estados Unidos realizarán ataques aéreos contra los líderes y las posiciones del Estado Islámico, fortalecerán a los grupos rebeldes moderados en Siria e integrarán a gobiernos amigos en el Medio Oriente para participar en la contienda.

Aunque ya el gobierno estadounidense ha efectuado ataques aéreos en el Norte de Irak, aún no se ha precisado si también los ejecutará en Siria, donde hace algunos meses el presidente Obama se mostró renuente a intervenir militarmente en la guerra civil que desde hace ya tres años desgarra a esa nación.
Por lo que se ha dejado traslucir, la estrategia de los Estados Unidos para combatir el Estado Islámico será análoga a la que se ha seguido con respecto a las regiones tribales en Paquistán para enfrentar al grupo terrorista de Al-Qaeda, que ha consistido en la realización, por medio de drones, de ataques aéreos.
Eso significa que por el momento no habrá tropas del ejército norteamericano sobre el terreno, teniendo que ejecutarse esa parte de la acción a través de las fuerzas de seguridad iraquíes; de los grupos moderados opuestos al gobierno de Bashar al-Assad, en Siria; y de los combatientes kurdos en el Norte de Irak.
Como aliados en la causa para desmantelar al Estado Islámico de Irak y el Levante, el presidente Obama logró persuadir en la recién finalizada reunión de la OTAN, a Gran Bretaña, Francia, Australia, Canadá, Alemania, Turquía, Italia, Polonia y Dinamarca.
Entre los países del Medio Oriente, serán claves, por razones de logística, inteligencia y financiamiento, la participación de países como Arabia Saudita, Irán, Jordania, Líbano y los Emiratos Árabes Unidos.
Desafío para Obama

Para el presidente Barack Obama, la amenaza a la seguridad que representa el Estado Islámico de Irak y el Levante, no sólo para el Medio Oriente, sino, además, para los propios Estados Unidos y el mundo Occidental, constituye un desafío a su visión estratégica acerca de la presencia norteamericana en Irak.

Para el presidente Obama, la invasión de Estados Unidos a Irak, en el 2003, como consecuencia de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, no fue necesaria.

Se entendía la ocupación de Afganistán, desde donde el grupo de Al-Qaeda, liderado por Osama bin Laden, con el apoyo de los talibanes, había provocado la caída de las torres gemelas en Nueva York y el ataque al Pentágono, en Washington.

Pero el gobierno de Saddam Hussein, que había sido apoyado por los Estados Unidos durante la guerra de diez años (desde 1980 a 1990), que libró contra Irán, no había tenido ningún vínculo con Al-Qaeda, y, por lo tanto, ninguna relación con los actos terroristas que se habían desatado en suelo norteamericano.

No había, por consiguiente, ninguna razón para que el gobierno del presidente George W. Bush, ordenase una ocupación militar en Irak. Sólo había el interés de un grupo, el denominado grupo neo-conservador, muy influyente en Washington, que desde la primera Guerra del Golfo, en el 1991, cuando Saddam Hussein ocupó a Kuwait, aspiraba que el presidente George Bush padre, no sólo obligara a Hussein a abandonar territorio kuwaití, lo que se logró, sino a que lo persiguiera hasta Bagdad y promoviera su caída.

El presidente Bush padre, un estadista de experiencia, dados sus años en los servicios de inteligencia y de política exterior, no accedió a esa petición. Pero años después, aún inconformes por lo que consideraban había sido una victoria inconclusa de los Estados Unidos frente a Saddam Huseein, le solicitaron en carta pública al presidente Bill Clinton que completara la acción.

El presidente Clinton, por supuesto, no lo hizo. Pero, en medio de la euforia y la confusión causada por los actos horrendos del 11 de septiembre, el presidente George W. Bush, cedió a la tentación.
La primera argumentación para hacerlo fue la de que en Irak había armas de destrucción masiva; y cuando esa tesis resultó destrozada por la carencia de pruebas, entonces se pasó a la idea de la necesidad de producir un cambio de régimen en la antigua Mesopotamia.

El error no pudo haber sido mayor. Durante una década, las tropas norteamericanas quedaron empantanadas en Irak. Sin objetivos claros y sin estrategia definida, más de dos mil soldados norteamericanos perdieron la vida y miles más resultaron heridos.

Al final, sólo se logró la desestabilización de Irak, la pérdida del equilibrio geopolítico regional y un nuevo factor para el caos en el Medio Oriente.

El califato del Estado Islámico

El Estado Islámico de Irak y el Levante es un grupo insurgente, de naturaleza islámica suní, el cual opera desde un amplio territorio en la frontera entre Irak y Siria.

Aunque desde el punto del Derecho Internacional Público no constituye un Estado, de hecho, tiene bajo su control jurisdiccional y administrativo ciudades tan importantes como Mosul, Faluya y Raqqua, lo que le confiere una connotación diferente a otros grupos insurgentes o de carácter terrorista.
Su objetivo es crear un califato, o lo que es lo mismo, un único Estado islámico transnacional basado en la sharia, o ley musulmana, el cual habrá de extenderse, además de Irak y Siria, por el Líbano, Jordania, Israel, Palestina, Turquía, Arabia Saudita e Irán.

Sus integrantes se consideran fieles seguidores de Abu Bakr al Bagdadi, presunto líder de todos los musulmanes y “Califa Ibrahim del Estado Islámico”.

Debe recordarse que el califato, que es un vocablo de origen árabe, significa dominio del califa, o sucesor, y se refiere al primer sistema de gobierno establecido en el Islam, luego de la muerte del Profeta Mahoma, que en el fondo es lo que ha dado origen a la distinción entre sunitas y De manera insospechada, el Estado Islámico de Irak y el Levante surgió durante la invasión de los Estados Unidos a Irak para derrocar a Saddam Hussein, y en una primera etapa estuvo estrechamente vinculado a Osama bin Laden, por lo que en principio se le conoció como el grupo de Al Qaeda en Irak.

Pero, a diferencia de Al-Qaeda, el Estado Islámico organizaba ataques contra chiitas y sus lugares santos, por lo que debido a diferencias tácticas, de liderazgo y formas de proceder, se produjo una ruptura entre ambos grupos, y a eso siguió una declaración del Estado Islámico informando de la creación de un gobierno provisional, denominado “emirato”, dirigido por 10 ministros.

Aunque surgido de la invasión militar de Estados Unidos a Irak, el Estado Islámico se consolida y se expande durante los últimos tres años como consecuencia de la guerra civil en Siria, enfrentándose, al mismo tiempo, al gobierno de Bashar al-Assad y a los grupos rebeldes opositores.

Su presencia en el escenario del Medio Oriente, como se ha podido apreciar, constituye un peligro para las demás naciones del área por sus pretensiones expansionistas de crear un califato de alcance para todos los musulmanes.

Pero, de igual manera, el Estado Islámico de Irak y el Levante representa un nuevo reto para el presidente Barack Obama, quien tenía entre sus propósitos el retiro de las tropas de Irak y de Afganistán, y el no comprometer a los Estados Unidos en nuevas aventuras bélicas en la región del Medio Oriente.

Ya no podrá ser así. La decapitación de los dos jóvenes periodistas norteamericanos, hecha en forma de provocación y promovida a través de las redes sociales, obliga al presidente Obama a redefinir su estrategia y a garantizar a su país la seguridad que ya había sido vulnerada por los trágicos y deplorables acontecimientos del 11 de septiembre.

La paradoja de todo esto radica, sin embargo, en que por el error de una invasión innecesaria, ahora se hará necesario que las tropas norteamericanas regresen a Irak.

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